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CIUDAD DE MÉXICO, 20SEPTIEMBRE2019.- La jefa del Gobierno de la Ciudad, Claudia Sheinbaum Pardo, realizo un recorrido por viviendas entregadas en las alcaldías de Tlalpan, Coyoacán y Cuauhtémoc. La acompaño el encargado de la Reconstrucción, César Cravioto. FOTO: VICTORIA VALTIERRA /CUARTOSCURO.COM

Un día a partir del movimiento sísmico de intensidad 7.7 que cimbró a la Ciudad de México, el tercero en un 19 de septiembre, trabajadores del inmueble localizado en Palma 34, en el Centro Histórico, registrado con males estructurales menores, sienten pánico frente a el viable derrumbe de paredes, techos o la integridad del inmueble.

“Yo mencioné: ‘Ahora sí ya nos fuimos a la chin…’ y si tuviera para ingerir, ni vendría a laborar ya pues aquí todos los inmuebles permanecen quebrados. No hay ni dónde esconderse”, compartió Luis López, trabajador de un estacionamiento situado en el citado domicilio.

Comiéndose las uñas, con risotadas nerviosas, ojos llorosos y expresiones de inquietud, empleados de diferentes negocios en la planta baja de Palma 34 manifestaron que el temor, la ansiedad y la incertidumbre son habituales cada septiembre.

Se juntaron en círculo ante la plaza y a medida que miraban las cuarteaduras en el muro que separa los locales del estacionamiento del piso preeminente reflexionaron que a partir del terremoto de 2017 no se sienten a salvo.

Consideraron que ni siquiera salir de sus establecimientos les asegura sobrevivir a un movimiento sísmico intenso, puesto que todos los inmuebles de dicha calle o aledañas son antiguos. “Se inclinan, después se hunden, brincan y crujen como chillando”, describieron.

“Otra vez el simulacro”, comentó Luis López frente a el ensayo programado por el regimen. Además de comentarios semejantes, gestos de hartazgo se visualizaron una vez que se practicó “la falsa huida”, mencionó, “pero después sí nos chingó la tierra con el verdadero [sismo]”.

“De milagro no les cayeron losas en la cabeza [a las personas]”, charlaron, sin embargo las cuarteaduras que abandonó como recuerdo el movimiento sísmico de 2017 se hicieron el doble de largas y profundas. Los locatarios se negaron a entrar hasta que Defensa Civil se logró presente.

“Me han tenido que describir 2 veces que no había fallas ya que si no, no entro”, narró Viridiana, vendedora de ropa. Anterior a la especificación, los accesorios de ingenieros retiró con cuidado los trozos de pared quebrada para prevenir accidentes.

Daniel Jiménez labora ya hace 8 años en Palma 34, sin embargo por el momento no duerme ya hace 5, una vez que comienza la segunda semana de septiembre por temor a que tiemble.

Ni el festejo por el Grito de Libertad, ni haber llegado temprano a ver a Los Tigres del Norte el pasado 15 de septiembre le evitaron la malestar de pensar que posiblemente este año la obra colapsaría sobre él.

“No tenemos la posibilidad de hacer más que continuar las instrucciones, salir en orden y ponernos en manos de Dios. Este año no nos trató mal el terremoto, esperemos que el que viene tampoco”, concluyó.