La Comisión de Estudio sobre el Diaconado Femenino encargada por el papa Francisco ha concluido sus trabajos. Pero, ni mucho menos, sentencia sobre la conveniencia o no de que la Iglesia se abra la posibilidad de ordenar diaconisas. Por el momento, cierra la puerta, pero reconoce que “el juicio no es definitivo” y recomienda a León XIV mantener “un enfoque prudencial”.
El cardenal arzobispo emérito de L’Aquila, Giuseppe Petrocchi, entregó una carta al Papa hace casi tres meses -se ha publicado hoy por deseo de Robert Francis Prevost– en la que da cuenta de los trabajos y deja en sus manos dar luz verde o no a este nuevo ministerio, con el deseo de que le “ayude a su discernimiento”.
“El ‘status quaestionis’ en torno a la investigación histórica y la investigación teológica, consideradas en sus recíprocas implicaciones, excluye la posibilidad de proceder en la dirección de la admisión de las mujeres al diaconado entendido como grado del sacramento del orden. A la luz de la Sagrada Escritura, de la Tradición y del Magisterio eclesiástico, esta valoración es sólida, aunque no permite formular hoy un juicio definitivo, como en el caso de la ordenación sacerdotal”. Así aparece negro sobre blanco en el informe de esta segunda comisión que concluyó sus trabajos en febrero después de que la primera se quedara en punto muerto. En concreto, de los diez miembros de la comisión, siete votaron contra el diaconado femenino y dos se abstuvieron.
A favor y en contra
Tras la finalizacion del Sínodo de la Sinodalidad en octubre de 2024, se invitó enviar nuevas contribuciones a la comisión, cuyo secretario es el obispo Denis Dupont-Fauville. Se recibieron un total de 22 informes. Según Petrocchi, los pro diaconado femenino sostienen que la tradición católica de reservar la ordenación diaconal solo a los hombres parece contradecir “la condición de igualdad entre el hombre y la mujer como imagen de Dios”.
Por su parte, los contrarios a este ministerio defienden que “la masculinidad de Cristo, y por tanto la masculinidad de quienes reciben la ordenación, no es accidental, sino que forma parte integrante de la identidad sacramental, preservando el orden divino de la salvación en Cristo. Alterar esta realidad no sería un simple ajuste del ministerio, sino una ruptura del significado nupcial de la salvación”.
Pese a la negativa al diaconado femenino, la realidad es que nueve de los diez miembros expresaron su deseo de que se amplíe “el acceso de las mujeres a los ministerios instituidos para el servicio de la comunidad, asegurando así también un adecuado reconocimiento eclesial a la diaconía de los bautizados, en particular de las mujeres. Este reconocimiento será un signo profético, especialmente allí donde las mujeres siguen sufriendo situaciones de discriminación de género”.
Examen “crítico” sobre el diaconado
En sus conclusiones, el cardenal Petrocchi subraya que existe “una intensa dialéctica” entre dos orientaciones teológicas. La primera afirma que la ordenación del diácono es para el ministerio y no para el sacerdocio: “Este factor abriría el camino hacia la ordenación de diaconisas”.
La segunda, en cambio, insiste “en la unidad del sacramento del orden sagrado, junto con el significado esponsal de los tres grados que lo constituyen, y rechaza la hipótesis del diaconado femenino: señala, además, que si se aprobara la admisión de las mujeres al primer grado del orden, resultaría inexplicable su exclusión de los demás”.
Por ello, según el purpurado, es indispensable, para continuar con el estudio, “un riguroso y amplio examen crítico realizado sobre el diaconado en sí mismo, es decir, sobre su identidad sacramental y su misión eclesial, aclarando algunos aspectos estructurales y pastorales que actualmente no están enteramente definidos”.