Sáb. Nov 23rd, 2024

CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Más de tres semanas después de que la Ciudad de México implementó medidas de confinamiento por segunda ocasión desde que empezó la pandemia de coronavirus, algunos restaurantes ignoraron las advertencias de las autoridades locales y reabrieron sus puertas con capacidad limitada el lunes bajo el lema “O abrimos o morimos”.

Este segundo confinamiento ha sido aún más doloroso para los restauranteros y su personal. Diez meses después de que empezó la epidemia en la nación, ya han agotado sus ahorros, renegociado sus alquileres y acortado los horarios laborales de sus empleados, todo eso mientras operan con pérdidas.

Al llegar el otoño habian recuperado algo de estabilidad después de que un público cauteloso se sintió relativamente cómodo comiendo en restaurantes con capacidad limitada. Pero el aumento de infecciones previsto para el invierno llegó justo cuando la gente bajó la guardia y, en muchos casos, asistió a reuniones durante la temporada navideña.

Ahora los empleadores tienen menos opciones más allá de de despedir trabajadores. Y al recorrer casi cualquier calle se pueden observar tiendas cerradas y letreros de “Se renta”.

“Ya estamos al límite”, dijo Giulliano Lopresti, quien volvió a abrir su restaurante argentino Quebracho el lunes. “No tener certeza para operar en semáforo rojo (la fase restrictiva) ya es condenar a las empresas, a los restaurantes, a que se cierren por la incertidumbre”.

El gobierno mexicano no ha brindado ayuda a las pequeñas empresas como lo ha hecho Estados Unidos. La jefa de gobierno de la capital mexicana, Claudia Sheinbaum, ofreció condonar el pago del impuesto sobre nóminas de enero, pero Lopresti dijo que ésa es el área que menos preocupa a los empleadores.

Las autoridades no han condonado los pagos de seguridad social para los trabajadores y Lopresti no quiere dejar a sus empleados sin atención médica. Varios dueños de negocios dijeron que la Comisión Federal de Electricidad, operada por el gobierno, ha mostrado una actitud más difícil que nunca, cerrándoles sus oficinas y haciéndoles casi imposible impugnar los exorbitantes recibos de luz.

A mediados de diciembre, debido a la alta ocupación de los hospitales, la Ciudad de México regresó al nivel de alerta rojo, lo que significa que se debe suspender el servicio de comedor en los restaurantes y volver al servicio para llevar y a domicilio únicamente. Los hospitales de la capital, que es el epicentro del COVID-19 en México, estaban al 92% de su capacidad.

La jefa de gobierno dijo el lunes que las hospitalizaciones habían aumentado durante los últimos cuatro días y que los trabajadores de salud estaban investigando la causa. Los expertos habían alertado que las reuniones durante la temporada navideña derivarían en un repunte de casos de coronavirus.

“El mayor número de contagios se da en lugares cerrados donde no se usa cubrebocas y se pierde la sana distancia”, dijo Sheinbaum, y añadió que las autoridades de la ciudad no querían imponer la restricción a los restaurantes, pero que están tratando de reducir el número de infecciones.

Cuando le preguntaron sobre los restaurantes que abrieron el lunes, Sheinbaum respondió que serían sancionados con multas o incluso serían cerrados.

“Estamos en el pico de hospitalizaciones más alto desde que inició la pandemia y sigue aumentando”, tuiteó más tarde.

Las asociaciones restauranteras han propuesto directrices que les permitirían operar mientras la capital sigue en alerta roja, incluida una capacidad del 25% en interiores y de 35% al aire libre, mesas de no más de seis personas y una reducción en sus horarios.

El lunes, los comensales llenaron 10 mesas colocadas al aire libre y más esperaban formados en el restaurante de cortes de carne Sonora Grill, ubicado en el Paseo de la Reforma, una de las principales avenidas de la Ciudad de México. Los restaurantes con servicio de comedor observados por The Associated Press revisaban la temperatura de los clientes, les proporcionaban gel desinfectante de manos y limpiaban las mesas.

Durante su comida en Quebracho, el contador Carlos Weinberger dijo que los restaurantes deberían tener permitido abrir. La gente está viajando y el virus está en todas partes, así que los restaurantes no deberían verse marginados, señaló.

Las autoridades no están equilibrando las preocupaciones de salud con las económicas, dijo, y añadió que la gente muere por coronavirus o de hambre.

En Coyoacán, un agradable distrito de la Ciudad de México, varios restaurantes ubicados alrededor de su plaza central colocaron letreros en los que amenazaban con abrir el lunes, pero al final sólo mantuvieron el servicio para llevar.

Gabriel Barragán Ortiz, el jefe de meseros en el restaurante Cabo Coyote, dijo que decidieron esperar la respuesta de la ciudad a su amenaza de reapertura, pero que tienen esperanzas de que el gobierno reconozca su difícil situación.

“Muchos de nosotros la primera vez teníamos a lo mejor algo de ahorros, alguna persona que nos podía prestar dinero, familiares que podían apoyarnos, pero esta situación ahora es más difícil”, comentó.

Lopresti y otros señalaron que no pueden sobrevivir únicamente del servicio para llevar. En su caso, dijo que sus restaurantes sólo estaban haciendo entre el 1% y el 3% de sus ventas habituales con ese modelo de negocio. Publicó una carta abierta en la que explicó sus razones para reabrir y comenzó una campaña de firmas en internet para presionar al gobierno.

“Si me voy a morir o se va a cerrar mi restaurante y voy a quebrar, prefiero hacer todo y enfrentar la espada” en lugar de seguir con las puertas cerradas, dijo Lopresti.

Mireya Ruiz convirtió un solo restaurante, Casa de la Yeya, que sirve platos tradicionales mexicanos a bajo costo, en una cadena de 10 sucursales en 29 años. Durante la pandemia ha tenido que cerrar tres establecimientos, y dos más están a punto de hacerlo, comentó.

Ruiz no ha despedido a nadie, pero casi la mitad de sus empleados se han ido debido a que no les puede dar suficientes horas de trabajo para sobrevivir.

“Mi gente la está pasando muy mal. Y cada día perdemos más puestos de trabajo”, señaló.