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13 junio 2020.- La mayoría de nosotros, en algún momento de nuestras vidas, hemos escuchado cómo a PEMEX o a la CFE le han subido o bajado la calificación. Pero ¿qué significa y que implicaciones tiene en la economía de las instituciones evaluadas? Aquí veremos brevemente cómo las calificadoras juegan con los mercados y las consecuencias de sus evaluaciones.

Las Calificadoras de Riesgo o Instituciones Calificadoras de Valores (ICV), son sociedades “independientes” constituidas con el objetivo de dar servicio sobre análisis, evaluación y dictaminación de la calidad crediticia de un gobierno o una empresa, una emisión financiera de acuerdo con la Comisión Bancaria y de Valores e informar al mercado sobre los riesgos reales que enfrentan los inversionistas, es decir, las calificadoras le dicen al inversionista donde pueden invertir sus recursos económicos con las menores posibilidades de riesgo.

El problema se centra en que quien paga a las Calificadoras de Riesgo es el propio interesado en recibir una calificación, es decir, quien recibe la calificación es quien paga por ella y no los inversionistas que se benefician con la información emitida por estas.  No es coincidencia que Fitch, Moody’s y Standard & Poor’s controlen más del 90% del mercado de calificaciones a empresas y países.

Cabe mencionar que en múltiples ocasiones se reducen las calificaciones crediticias justo cuando las instituciones o países necesitan de la inversión en función de lograr una recuperación económica. Que conveniente ¿no?

Las calificadoras manejan un rango de calificaciones que van desde una puntuación AAA, que es la máxima calidad crediticia hasta la puntuación D que indica un alto riesgo de endeudamiento o impago general.

En algunos casos resulta evidente la manipulación de las calificadoras en sus evaluaciones para beneficiar a quienes son del interés propio. Solo debemos recordar algunos sucesos acontecidos años atrás donde quedaron involucradas instituciones evaluadoras y millones de personas perdieron sus empleos y casas, mientras los bancos eran rescatados por el estado norteamericano para evitar su inminente quiebra, cuando en septiembre del 2008 sucedió, para algunos norteamericanos, la peor crisis inmobiliaria antes vista, donde poco tiempo atrás, agencias calificadoras le daban AAA a miles de títulos con respaldo hipotecario.

México no esta exento de ser perjudicado por estas instituciones evaluadoras, ya que en el 2014, con las reformas estructurales que aplicaba el entonces presidente Peña Nieto, que dicho sea de paso eran impuestas por E.U.A., que tanto perjudicaron al pueblo mexicano, se tenía una calificación de A3 (buena calidad crediticia) y  para 2015 PEMEX tenía una calificación de AAA, justo en el momento en que se abrían las puertas a las actividades de exploración, extracción, refinación de hidrocarburos y la petroquímica a empresas privadas y extranjeras.

Ahora que el presidente actual quiere que PEMEX prospere y vuelva a ser la columna vertebral del país, invirtiendo en la rehabilitación y construcción de refinerías, en exploración, perforación y en petroquímica, la calificación para abril del 2020 fue de Ba2 (calidad crediticia cuestionable).

En términos generales, para las calificadoras significa que, mientras los recursos del país estén a disposición de corporaciones extranjeras y privadas, México esta en el camino económico correcto, en cambio si los recursos del país se aprovechan por el estado mexicano para beneficio de los habitantes del país y su desarrollo, el camino económico es el equivocado.